La piel tiene mucha memoria. No seguir correctamente nuestra rutina de limpieza y tratamiento durante las vacaciones o exponernos al sol en exceso con una protección inadecuada (es importante que su composición sea libre de grasas y aceites), puede ocasionar que nuestra piel grasa o con tendencia acneica, tras el verano, experimente la aparición repentina de un brote de acné. Esto es lo que conocemos como el “efecto rebote del acné”.
Y es que el acné es uno de los problemas de la piel más frecuentes, ya sea por actividad hormonal, por estrés, por la toma de determinados medicamentos, por el uso de cosméticos de poca calidad o, en menor medida, por el tipo de alimentación. Por suerte, durante la temporada estival, lo cierto es que aquellas personas con problemas de acné notan una mejoría del estado de la piel (sobre todo en el caso de aquellas personas que son propensas desde un punto de vista leve o moderado). Esta situación (notamos que nuestros granitos van disminuyendo o desaparecen de la cara), en muchas ocasiones, nos lleva a dejar de lado el uso de los cosméticos que consideramos nuestros mejores aliados durante el resto del año, lo que es ¡un grave error! Esa supuesta mejoría es engañosa y, con el fin del verano, incluso las lesiones (inflamatorias o no inflamatorias) pueden llegar a empeorar.
¿Por qué mejora el estado de la piel?
La exposición al sol y los baños en piscinas o en el agua salada del mar resecan la piel del rostro, y con ello el acné, lo que hace que por un leve período de tiempo esta se vea más “sana”. Llegados a este punto, y ante tal nivel de mejora, las personas con problemas de acné se relajan y comienzan a descuidar sus hábitos y cuidados.
También influye que la radiación ultravioleta tiene acción antibactericida y elimina los microorganismos implicados en la aparición de granos y espinillas, haciendo que la piel luzca más suave. ¿Y estos efectos se mantendrán mucho tiempo? Lo suficiente para confiarnos y que durante unos días o semanas desatendamos nuestros rituales de belleza para el cuidado de la piel. Tendemos a pensar que nuestra pesadilla ha terminado, ¡y nada más lejos de la realidad! Esto es consecuencia del efecto antibacteriano y antiinflamatorio del sol, sumado a que el bronceado ayuda a camuflar las lesiones de la piel. Pero sin duda, es algo temporal.
Llegan los problemas: el efecto rebote del acné
Puede que el verano te haya dado una tregua y hayas podido pensar que no era necesario seguir con el tratamiento antiacné. Pero ¿qué ocurrirá a partir de ahora? Frente a una mayor exposición al sol, la piel trata de protegerse de las radiaciones y del calor y, como respuesta, se engrosa, lo que termina por obstruir las glándulas sebáceas. Por si todo esto fuera poco, si además has utilizado un protector solar sin la formulación y el factor adecuado, la piel se habrá vuelto todavía más gruesa. ¿En qué se resume todo esto? ¡En que tendrás más probabilidades de que aparezcan de nuevo granos y espinillas en tu cara! La solución para que dejes de sufrir brotes de acné después de cada verano es que mantengas tus cuidados diarios de la piel durante las vacaciones. ¡La clave es no relajarse en los hábitos y rutinas, tanto en los de día como en los de noche! Y si no lo has hecho lo suficiente, ¡ponte ya manos a la obra!
Además, hay un peligro mayor que puede provocar la prolongada exposición al sol. Las zonas con acné o con cicatrices que han surgido tras la inflamación de la piel, pueden hiperpigmentarse y aparecer manchas oscuras como consecuencia de un exceso en la producción de melanina. Este problema estético de nuestra piel podría ser más complicado de solucionar que el propio acné.
Consejos para evitar brotes de acné tras el verano
No valen las excusas para seguir una completa rutina de cuidados faciales y evitar que los granitos vuelvan a tener una fuerte presencia en tu rostro cuando el verano llega a su fin. Algunas personas lo achacan a falta de tiempo, y otras a falta de espacio en sus maletas para viajar con los productos necesarios, pero recuerda que ¡piel no hay más que una y la constancia es un sinónimo de éxito para evitar el efecto rebote del acné!
¿El secreto? Sacar unos minutos al día todas las mañanas y noches para colocarte frente al espejo y dedicar un tiempo a mimar tu piel. Comienza por limpiar en profundidad la cara con los limpiadores faciales para pieles grasas, adecuados y seborreguladores que no debiliten las defensas de la piel. Esto evitará que en los poros se acumule mucha suciedad, previniendo la aparición de puntos negros y granitos. Semanalmente, también se recomienda exfoliar la piel (siempre que no haya inflamación) y utilizar una mascarilla purificante específica para secar los granos y cicatrizar las lesiones.
Tan importante como hacer una correcta limpieza es la hidratación diaria con un producto formulado para este tipo de pieles y que, además, se encargue de regular la cantidad de sebo, ya que el calor estimula las glándulas sebáceas para prevenir la deshidratación. Debes usarlo dos veces al día, mañana y noche. También es recomendable beber aproximadamente dos litros de agua al día para una ¡hidratación por dentro y por fuera! En lo que respecta a la aplicación de productos como el maquillaje o el protector solar, elige siempre aquellos que sean aptos para pieles grasas y con tendencia acneica.
Y por muy lógico que parezca lo que vamos a decir, ¡todos cometemos este error! Hay que evitar tocar los granitos y pellizcarlos, así solamente lograremos expandir la infección y que aparezcan cicatrices. Nuestro consejo final para las pieles grasas o con tendencia acneica es que no dejen de utilizar durante sus vacaciones cosméticos de limpieza y tratamiento específicos, por ejemplo, un jabón con funciones antiseborreicas, agua micelar para una limpieza e hidratación profunda, un sérum que regule la producción de sebo y refine los poros, así como una mascarilla que purifique este tipo de pieles. Si ya es demasiado tarde y has descuidado un poco tus hábitos, es hora de retomarlos lo antes posible para evitar que el efecto rebote sea todavía mayor.